Uno de los grandes personajes de la historia señalaba que entre más grande la mentira, más se cree en ella. No es coincidencia que entre Fidel Castro, en Cuba, o Hugo Chaves, en Venezuela, Daniel Ortega, en Nicaragua, desde las elecciones municipales del 2008, ha difundido por medio de sus sátelites políticos - tanto aliados dentro del frentismo, como partidos disque aliados - que los liberales se encuentran divididos. Lo han repetido tantas veces, que los mismos llamados liberales así lo han creído y lo señalan como uno de los factores de su debilidad frente a la candidtura de Daniel Ortega, que lo llevo a un nuevo mandato en el 2011.
En otrora, liberales y conservadores, eran los actores políticos en la perenne lucha por el poder. Ahora aparece una tercera corriente denominada "mixto" porque como dicen los dichirechos, no son ni chicha ni limonada. Estos son los sandinistas o populistas. Se auto denominaron en los 80 como comunistas al igual que lo hicieron en 1959, Fidel Castro en Cuba. Sin embargo, aplicaban el sistema al pueblo pero no para ellos, que se hicieron millonarios de la noche a la mañana construyendo un poderío económico en plena guerra fría.
Los sandinistas, derivado del conocido caudillo de los años 30, Augusto Calderón Sandino, quien de paso, no deseaba poder alguno en su lucha contra la intervención de los marines estadounidense en Nicaragua, se había refugiado en México huyendo por un problema criminal en la zona atlántica y tuvo contacto con grandes pensadores comunistas de la Revolución Méxicana. Pero su pensamiento nacionalista distaba mucho de las reformas agrarias y políticas de los revolucionarios mexicanos de la época. Aunque muchos de ellos ayudaron a la lucha armada de Sandino.
Luego de la destrucción de la economía y educación en Nicaragua, en los años 80, surge la figura bipartita de los hermanos Ortega, quienes se vieron bendecidos por Fidel Castro, en Cuba, sobre Tomás Borges Martines, quien figuraba como cofundador del F.S.L.N. En 1990, luego de unas elecciones fraudulentas en el 85, gana el partido opositor UNO, a la cabeza la viuda del periodista asesinado Pedro Joaquin Chamorro Cardenal, la señora Violeta Barrios de Chamorro. Desde entonces, el frentismo pensó que las épocas de gloria serían cosas del pasado, y por ende muchos se retiraron y otros fueron expulsados tacticamente por los hermanitos Ortega. Pero al igual que Hitler, Daniel Ortega, se escondía entre las sombras, fraguando su retorno al poder, eliminando dentro del frentismo a posibles rivales, incluyendo a su propio hermano Humberto Ortega, en ese entonces Jefe indiscutible del Ejercito Popular Sandinista, convertido más tarde en el Ejercito Nacional de Nicaragua.
La espera no fue en vano, gracias a las ambiciones de poder del liberal Arnoldo Alemán, quien para evitar un proceso penal, literalmente se bajo los pantalones, y concedió desde la reducción del porcentaje para ser elegido presidente de la república, hasta la repartición de cargos en los poderes del Estado. Este giro en la política y las diferencias entre lideres liberales, llevan a la presidencia con elecciones limpias, finalmente a Daniel Ortega Saavedra, para su segundo periodo. Lo próximo fue asestar el golpe definitivo a la institucionalidad del país: reelegirse a la brava.
Gracias a la presencia de sus subditos en el Poder Judicial, se emitió una sentencia irregular que eliminó de un plumazo de zopilote el artículo que prohibía la reelección continua o alterna por dos periodos. Los opositores, brindando palos de ciego, salían a los medios a señalar las infracciones y transgresión a la Constitución Política, pero sin mayores repercusiones. Al final aceptación completa de la situación.
En un Estado democratico, es normal la existencia de varios partidos políticos.Sin embargo, en Nicaragua, muchos de ellos apoyados por el propio Frentismo, deben su existencia a una estrategia de división, a pesar que no hay muchos nicaraguenses, increible que cada uno de esos micro partidos logran reunir los requisitos de firma para su constitución e inscripción. Al igual que la Iglesia Católico y su cismo interno siglos atrás, que aparecen nuevas corrientes críticas al catolicismo, el liberalismo no es monopolio exclusivo del P.L.C., sino de quienes comulguen con los principios propios de esa corriente de pensamiento.
Si el actual Orteguismo, señala que hay división entre los opositores, es en apariencia no en pensamiento, porque nadie quiere vivir bajo un regimen totalitario, incluso el propio Daniel Ortega, quien obediente sigue las instrucciones del F.M.I o del B.I.D., para mantener las donaciones y ayuda internacional de esas dependencias. Lo triste que el propio opositor liberal lo repite: Estamos divididos.
El pueblo en su conjunto no logra captar el trasfondo de la mentira detrás de esas frases, simplemente se encoje de hombros y por temor no votaría por liberales "divididos" ante una evidente represalia del triunfo orteguista. No hay tal división, solo diferencias en las opiniones de quién debe ser el próximo presidente. Se debe deponer la soberbia y la ambición por el bien del país. No importa si hay quinientos partidos liberales o conservadores, lo importante es buscar al mejor de ellos y el resto unirse alrededor de ese mismo fin común: devolver a los y las nicaraguenses el respeto al estado de derecho y a la democracia participativa. Lo contrario la historia demandara a esos llamados liberales o conservadores por ser cómplices de la destrucción de los sueños de muchos y muchas que desean vivir en una verdadera libertad.
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