Sentir una absoluta confianza de que se puede actuar a placer, con conocimiento pleno de que lo que se está haciendo no es sino trampa o engaño, pero con el descaro de negar abiertamente su comportamiento contra viento y marea, es lo que el ex ciclista norteamericano Lance Armstrong, nos ha enseñado con su reciente confesión de que después de todo si había consumido estupefacientes para lograr las hazañas en el deporte del pedaleo durante su trayectoria en competencias internacionales.
Veamos cuál es el proceso que identifica este comportamiento:
1. Deseo personal de figurar
2. Completa devoción en lograr las metas personales
3. Utilizar los medios posible para obtener su propósito
4. Actuar al margen de la ley, reglamentos y reglas en general
5. Mentir sobre su comportamiento
5. Creer que lo que hace es lo correcto
6. Disfrazar la verdad con amenazas, demandas y denuncias
7. Controlar cualquier arista o cabo suelto que lo desmienta y
8. Esperar no ser atrapado por las autoridades.
¿ES NORMAL ESTE COMPORTAMIENTO?
Al escuchar cada justificación del señor Armstrong, en el show de Oprah Winfrey, en que reafirma el concepto de "superioridad" e "infalibilidad" de los métodos que él utilizó para evitar un resultado positivo en las pruebas anti dopaje, no es sino síntoma de la excesiva confianza que él tenía sobre la realidad que se había dibujado en su mente como lo correcto, e incluso algo que pudiera ser imitado.
a. Otros lo hacían.
Lance Armstrong, actuó porque conocía de primera mano que ciclistas se administraban drogas para mejorar su rendimiento, llegando a afirmar que durante las competencias eran pocos los que no lo hacían. Entonces, su primera justificación es: "como otros lo hacían ¿por qué yo no?"
b. Mi vida personal siempre fue triunfar.
Señalar que vivir sin padre desde muy pequeño, la lucha de su madre por él y sus hermanos y el cáncer que padeció vinieron a reafirmar su compromiso pujante de seguir adelante, con un carácter férreo que impidiera la conquista de sus sueños, lo cual traslado al ciclismo. Entonces, su segunda justificación: "En mi pasado se cimienta la conducta que me llevo a no ceder espacio en coronar las competencias en el ciclismo"
c. Las pruebas de aquel entonces eran diferentes a las de ahora.
La falta de control de ciertas drogas y el seguimiento en la metodología para practicar el anti-doping en los deportistas, permitieron que fuera más fácil engañar los testes que se le realizaban a los participantes. Era un plan muy elaborado del cual Lance Armstrong, se sentía orgulloso. Tercera justificación: "Qué culpa tengo que las reglas no fueran estrictas para detectar EPO, y se realizaran sin un debido procedimiento"
d. Finalmente, si no es por la denuncia de un ex miembro de su equipo, jamás hubiera tenido que confesar sus faltas.
Realmente, el destape de toda esta novela, lo fue precisamente los trapos al sol que salieron de su propia "hermandad". Aquella a la que él motivo a utilizar drogas y con quienes se sentía protegido de sus secretos. La entrevista concedida a la presentadora norteamericano, no es pues algo espontaneo, sino producto del descubrimiento científico por parte de las autoridades competentes de la verdad. Pruebas congeladas del 2009, fueron nuevamente analizadas obteniéndose un resultado positivo en EPO, además de la denuncia de su ex compañero de equipo. Ahora, penden serias denuncias por parte de empresas patrocinadoras por razones económicas y de organizaciones deportivas por lo que consideran una decepción por parte del atleta.
EL SÍNDROME LANCE ARMSTRONG
En alguna rama del pensamiento humano, podrán encontrar algún tipo de patología que pudiera explicar el comportamiento del señor Lance Armstrong, pero para emular a los entendidos en la materia, es a través de este sonado caso que se puede determinar un antes y después de las cualidades que revisten el quehacer humano cuando se trata de fijarse una meta en su mente que perfectamente considera como autentica, sin importar sus consecuencias, al máximo de negarla.
No es la simple negación de un infante al realizar una travesura, ni tampoco el que está obligado a mentir para evitar un castigo, sino la omisión total de toda verdad y sinceridad, que conlleva a la expresión total de ser más que un ser humano ordinario; ser diferente a los demás, por no decir especial, y someter a todos al convencimiento de que ha actuado correctamente.
Es lo que describe perfectamente a muchos funcionarios públicos y políticos, quienes creen que detentar el poder los convierte en una clase nueva de seres humanos, donde es imposible ser juzgados y menos dudar de su aparente honestidad e integridad, y por ende estar convencidos y convencer a los demás que sus palabras son irrefutables e incuestionables.
Muchos pueden llegar a considerar que sus acciones están debidamente justificadas, aunque riñan con las reglas sociales, y negarlas con brillo y firmeza ante sus detractores tejiendo infinitas justificaciones de su proceder sin que se les vea un ápice de falsedad o duda en su mirada o en sus palabras. Por ello, es que viven sus vidas sin remordimiento ni arrepentimiento.
Aquí no se trata de un capricho o vanidad, sino de alguien que ha venido construyendo una "verdad" propia paralela a la realidad en que vive, al extremo de ser el primero que se engaña convenciéndose que tiene derecho a seguir sin temor alguno, pero realizando una serie de actos que impidan que pueda ser desenmascarado porque no quiere compartir ese mundo que ha construido a lo largo de sus disertaciones a solas. Tampoco hay un egoísmo simple, sino que selecciona a quienes compartir su "secreto" para ir fundando esa "nueva realidad" que es aceptada por otros, aprovechando su popularidad o cargo.
En su momento Lance Armstrong, muy posiblemente hubiera pasado el detector de mentiras sin problema. Su última actuación en la entrevista televisada, es alguien que se siente amenazado con su visión de lo que aún considera no fue nada malo, como asesinar, y que más sonriente que apesadumbrado espera la suerte del destino cierre este amargo capitulo de su vida, para avanzar.
Es doloroso, pero existe. ¿Cuántos niegan como una verdad absoluta realizar algo que todos saben que su actuación es ilegal, ilegitimo o imposible, y sin parpadear o pestañear?
Lo cierto, es que tarde o temprano, todo saldrá a la luz pública, y no dude que lo que vivió el Sr. Lance Armsntrong, es solo el prólogo de muchos otros que tal vez no tengan la misma suerte de llegar a ser entrevistados por una Oprah Winfrey, o pase al olvido.
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