EL PRESTIDIGITADOR

No siempre lo que se ve es lo verdadero

    En Nicaragua, desde el 2006, se ha venido presentando un fenómeno que no puede pasar desapercibido por quienes no comulgan con las maniobras que atenten contra el interés del pueblo, y eso es precisamente la maquinaria propagandista y publicitaria sobre la situación real tanto social, política como económica de la nación.

    Señalar que el desarrollo económico del país es motivo de aplausos y conlleva a que cada individuo debe permanecer feliz y sin preocupación por su futuro, no es más que la intromisión de la realidad y vender ilusiones a la población.  Quienes manejan los números de la economía las "maquillan" ante el público y ofrecen las explicaciones que más les conviene para evitar una zozobra y un caos por el mal manejo de los factores económicos que solo benefician a un pequeño sector de la producción.

    En Nicaragua, lo que priva es el interés privado de una élite de la clase política, propiamente el actual gobernante y sus más cercanos allegados. ¿Por qué?


    Ellos manejan las estrategias, la información y los datos que pueden aventajar a cualquier otro ciudadano que no los tienen. Por otro lado no existe control alguno sobre lo que se hace en materia económica, pues incluso los arreglos y negocios, así como leyes y acuerdos, son privados y hasta que se aplican se conoce sus efectos.

    En Nicaragua, el empleo es de subsistencia y no de desarrollo individual, pues los salarios son ínfimos y están por debajo de la canasta básica y de los indicadores de prosperidad en relación al producto interno bruto.

    No hay una política que de respuesta a la creciente demanda de trabajo con calidad, en la que impere en realidad el sistema de mercado, donde las condiciones de los trabajadores sean optimas para obtener los resultados y beneficios de parte del empleador, en relación al giro comercial de su empresa y la distribución de los rendimientos a buenos salarios y capacitaciones de sus trabajadores.

   Muchos jóvenes recurren a los estudios universitarios que posteriormente no se traducen en ocupaciones, porque no hay plazas para cubrir la creciente demanda de ofertas, y por tanto, muchos de ellos ven en su inversión un gasto sin sentido y solo resta el consuelo de portar un título universitario aunque tenga que aceptar un trabajo de poco salario referido a su carrera, o dedicarse a otra actividad que le permita subsistir.

   Por otro lado, la sectorización partidaria, ha obstaculizado la contratación de mano de obra, sin previa aceptación de los diferentes órganos creados para controlar a la población productiva, llamados CPC, gabinetes de gobierno, o de familia, etc., sin el cual es imposible obtener trabajo en el sector público. 

   Entre tanto el sector privado requiere del gobierno mejor capacitación, sobre todo técnica, de los bachilleres que se gradúan pensando en qué hacer con sus vidas, y sobre todo elegir más un trabajo en las empresas del COSEP o ANCHAM, que del Estado, donde el trato a sus trabajadores es partidario, desde sindicalizarlos obligadamente, hasta contribuir con el partido FSLN, así como llevar a cabo una serie de actividades ordenadas por el mismo partido con lo cual dependen su permanencia en su trabajo.

Una forma de engaño es la ilusión

   Cuando el gobernante en sus pocas disertación hacia el pueblo, en sus cadenas televisivas, o aprovechando alguna fecha festiva o en cumplimiento de alguna actividad política, siempre rodeado de sus colaboradores - entre ellos los representantes de los poderes del Estado - hace el típico trabajo del prestidigitador, donde con movimientos de manos y trucos, siempre habla de un país que no es Nicaragua, y en el que refleja un bienestar inexistente y una libertad inoperante, haciendo uso de la manipulación del lenguaje y los mensajes sutiles que refieran que con él y su partido político no podría existir el desarrollo que actualmente se vive.

       Al igual como sacar un conejo del sombrero, un as debajo de la manga, o simplemente adivinar la carta, el señor Ortega, puede competir con el mago más extraordinario del mundo, pero como todos ellos, sus trucos son conocidos y en su gran mayoría llegan a cansar.  Había un niño que sofocaba al mago porque delante del resto de párvulos revelaba los secretos de los diferentes trucos al extremo que el mago se enojaba y expulsaba al niño de la fiesta. 

      Lo mismo ocurre hoy en día, cuando los y las nicaragüenses que no se fían de las palabras sino que se averiguan por su cuenta, saben muy bien cuál es la verdadera situación de Nicaragua, aunque el Mago se enoje y eche mano de las "turbas" o del acoso para acallar o expulsar al niño de la fiesta.


      Se dice que hay libertad de prensa porque todos dicen lo que piensan, lo cual existía igual en la época de la dinastía de los Somozas, por lo que entonces, ¿para qué cambiar al dictador?   

       La prensa, el diario de mayor circulación, y de los que todos absolutamente consideran es "opositor", ha tenido que verse, tanto en gobierno de Somoza como de Ortega, con diferentes estrategias de censura, independiente de la sufrida en los años 80, pues, en muchos casos motociclistas que fueron sus trabajadores han sido azuzados para impedir la circulación del diario o el acoso a sus empleados; al igual que siempre están presto los operadores del orteguismo como diputados del gobierno y algún que otro periodista de medios de comunicación oficialista,  arremeter contra el diario, acusándolo de servir al imperialismo, etc.

         Para muestra un botón de la falta de libertad, es el secretismo que aplican las diferentes instituciones públicas, diputados oficialistas y las autoridades del orden público, que se muestran simpáticos a los medios de comunicación de gobierno y apáticos con los que no se alinean a sus falsedades.  Existe una ley de acceso a la información que está en el papel pero no se aplica; al igual que la Asamblea Nacional, no ejerce su función de control con las autoridades, pues citarlos para resolver alguna situación, queda únicamente en las buenas intenciones cuando  por un lado los diputados del señor Ortega, obstaculizan la convocatoria, o siendo llamado, rehúsan a asistir a sabiendas que no habrá consecuencias alguna.


          Es fácil decir que hay libertad de algo, cuando quien lo dice no ha sufrido consecuencia alguna de ser "opositor", y vive a la par, o al menos hacerse de la vista gorda, para evitar - porque lo saben que así sería - que la maquinaria del nuevo régimen llegue hasta su puerta. ¿Por qué asesinar al periodista Guadamuz, si había libertad de prensa? ¿Dónde esta su asesino? Gozando de libertad porque sufría de estrés carcelario.

         Se culpa a la oposición de lo que sucede en Nicaragua, cuando es producto del Prestidigitador, quien sus trucos han cansado a la población, y ante la falta de tolerancia tiene que iniciar su estrategia de tirar humo para que nadie vea qué hace; o la "re-educación" de Hitler, para comprar la conciencia de los opositores, o finalmente, constreñir a quienes no gusten de sus actos de prestidigitación.

        Nicaragua, cada día va mal, porque el señor Ortega no llego como un buen Administrador, a continuar los proyectos que venían desarrollando desde 1990, los gobiernos anti sandinista, y en lugar de aprovechar las buenas relaciones con Hugo Chavez, y el comercio del petroleo, para mejorar las condiciones de los ciudadanos, con un rápido movimiento de manos, se adueño de ese dinero, compró y adquirió lo que añoraba en sus épocas de vacas flacas y ha destruido por completo los sueños de las actuales y futuras generaciones.


        No hay democracia cuando el pueblo no está conforme a elecciones amañadas; no hay desarrollo cuando se "regalan" el zinc, el chancho o la vaca, ni menos cuando padre y madre, no pueden alimentar a sus hijos, no pueden enviarlos a clases ni tampoco pueden pagar por medicamentos ni una buena hospitalización. Y mucho menos hablemos de libertad cuando se tiene temor en hablar y negar que existan sanciones, solo porque en ese momento no se aplican en el acto, pues los regímenes actuales, no olvidan y tienen diferentes formas de castigar más allá de lo tradicional y típico, como lo es la intromisión en la vida de los nicaragüenses de la DGI, CSE, el Ejercito y la Policía.
  

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